martes, 24 de junio de 2008

EMIGRACIÓN Y MAFIA,México cada vez más lejos de Latinoamérica...

(I)
Jorge Gómez Barata
La festinada operación por medio de la cual 33 emigrantes ilegales cubanos, que habían sido arrestados en Yucatán y que fueron “rescatados” por un comando que “asaltó” el autobús en el que eran trasladados por autoridades migratorias, 18 de los cuales reaparecieron en Texas, ha reforzado las evidencias de que México ha sido convertido en base para el tráfico ilegal de personas desde Cuba a Estados Unidos.
De ese modo, la mafia anticubana de Miami y las inconsecuencias de las políticas norteamericanas, han impuesto a México, el país con mayores tensiones migratorias del mundo, los daños colaterales del componente migratorio de la política anticubana de Estados Unidos.
La historia comenzó muchos años atrás cuando, rodeado de países pobres, Estados Unidos, el más grande mercado de fuerza de trabajo en el hemisferio y el país con más alto nivel de vida, se convirtió en opción para millones de trabajadores de todas las categorías. De aquel anhelo de supervivencia, surgió la expresión “sueño americano”.
Aquel proceso estuvo determinado por la expansión territorial que, a cuenta del genocidio de los pueblos originarios, la compra de territorios y el despojo de México, propició que en 70 años Estados Unidos pasara de 1 572 630 Km² a 9 826 630, estirón que demandó enormes masas de personas y que explica la política migratoria que caracterizaron los primeros tiempos de la historia norteamericana y que permitió que la población creciera de 1 600 000 habitantes en 1760 a 300 millones doscientos años después.
De tan anómalo proceso histórico surgió la leyenda de que Estados Unidos es una “Nación de emigrantes”, realmente para lo que se necesitaron aquellas oleadas migratorias no fue para fundar una Nación sino para construir un imperio. El liberalismo migratorio de los Estados Unidos nunca incluyó a los hispanos, los asiáticos ni a los africanos.
La única excepción es Cuba. Desde hace cincuenta años, cuando en 1959, triunfó la Revolución encabezada por Fidel Castro, Estados Unidos exceptuó a Cuba de sus políticas migratorias standard para convertir esos proceso en uno de los ejes de su política contrarrevolucionaria.
El primer acto de aquel proceso fue acoger en territorio norteamericano a los esbirros de la tiranía de Batista, que huían de la justicia revolucionaria. Semejante tolerancia fue aprovechada por cientos de miles de personas a los que bastaba invocar su antipatía hacia la Revolución para ser admitidos en los Estados Unidos, obtener la residencia y la ciudadanía y disfrutar de los enormes privilegios y ayudas económicas concedidas a los llamados “exiliados cubanos”.
Al percatarse de que en la composición de las primeras oleadas migratorias predominan los profesionales, médicos, técnicos y obreros calificados, la administración de Eisenhower concibió la perversa idea de utilizar la emigración con fines políticos y proceder a un drenaje que desangrara a Cuba, privándola del escaso capital humano de que disponía en su condición de país pequeño y pobre.
Cuba se convirtió así en escenario de un demencial proyecto político ultrarreacionario que intentó derrotar a una revolución, haciendo emigrar a una clase social completa y producir un vaciado de talento y calificación que paralizara la economía nacional y postrara al país. El proyecto fracasó, porque no todos los profesionales y los técnicos se prestaron al juego, porque los revolucionarios aprenden rápido y porque la Revolución encontró las formulas para solucionar las emergencias y resolver los problemas a largo plazo.
El resto de la historia es conocida. El pueblo cubano fue convocado a la más profunda de las transformaciones culturales que Nación alguna haya desarrollado nunca y que comenzó por donde a los escépticos podía parecerle menos práctico: por la alfabetización, la escolarización de niños y jóvenes, la creación de enormes planes de becas, cientos de cursos de mínimo técnico que capacitaban en oficios y profesiones, tareas de administración, manejo de equipos y operación de fabricas y plantas.
En el reverso de la infamia, otros millones de cubanos recibieron en su tierra, oportunidades con las que nunca habían soñado. Jóvenes que asumieron las riendas del Estado, obreros convertidos en administradores, funcionarios de alto rango, ministros, embajadores, oficiales de las fuerzas armadas, gente fiel y motivada que trabajaba de día y estudiaba de noche, quemaba etapas, se arriesgaba, se equivocaba y rectificaba y echaba el país hacia delante.
Entre tanto el éxodo migratorio continuaba y sumaba a todo tipo de elementos, mientras Estados Unidos improvisaba y trataba de articular su demencial política migratoria basada en la tolerancia total que convirtió al estrecho de la Florida en una especie de Jordán, en el que se lavaban todas las culpas y se reivindicaban todas las reputaciones.
Las sucesivas oleadas de emigrantes convirtieron a Miami en un enclave y en un baluarte de la contrarrevolución, una mezcla de Patria cubana de repuesto para los demagogos y una republiquilla bananera donde la CIA estableció su base y cuyo gobierno fue entregado a la Mafia cubano americana, que todavía la gobierna y que ahora involucra a México.

(II)
Manipular con fines políticos los procesos migratorios, como respecto a Cuba durante 50 años han hecho 15 administraciones norteamericanas, es una forma de tráfico humano y una manera perversa de hacer política. Alrededor de un millón de cubanos fueron reubicados por Estados Unidos en el enclave de Miami, donde en una dialéctica hecha de contradicciones y violencia, tanto como de sutilezas, odios, amores y nostalgias, se intentó el proyecto a la vez diabólico y exótico de construir una base contrarrevolucionaria y una Cuba de repuesto.
No hay manera de inventariar las tragedias y las aberraciones sociológicas asociadas a aquellos engendros. Millones de familias partidas y de matrimonios disueltos, padres y madres que durante décadas no vieron a sus hijos y muchos que no los vieron jamás. Todavía hoy el hijo prospero en Miami no puede enviarle dinero al familiar en Cuba y hay personas que estando a 150 kilómetros de distancia no pueden llegar a tiempo para una emergencia familiar porque les prohíben salir de Estados Unidos o entrar en Cuba.
La idea de instalar en Estados Unidos a la burguesía y a la oligarquía cubana no funcionó, porque si bien un país puede ser dividido, una Nación no. Aunque resultó relativamente fácil crear en Miami escuelas y comercios con los mismos nombres que en Cuba, rebautizar las calles y plazas, colocar bustos de Martí y recordar las efemérides, montar filiales de las iglesias, las logias y los clubes de la aristocracia, incluso crear una “Pequeña Habana donde se intenta “vivir a lo cubano”, reproducir el ser nacional resultó imposible.
Lo más paradójico fue que, donde mismo se intentaba recrear una Cuba alternativa, se conspiró para destruir la original. Con el beneplácito de sucesivas administraciones, la CIA instaló en Miami la mayor de sus dependencias, la “Estación JM / WAVE” encargada de administrar y coordinar la actividad contra Cuba.
Con una plantilla de miles de oficiales y expertos en actividades conspirativas y violentas, la filial fue dotada con multimillonarios presupuestos para crear y operar una enorme red de instalaciones de apoyo y una colosal infraestructura, formada por cientos de empresas, bancos, flotas de buques y vehículos, haciendas, clínicas, talleres y comercios, emisoras de radio y televisión, periódicos y revistas que, a la vez que aportaban la intendencia para la actividad anticubana, con diversas fachadas, prestaban servicios a la comunidad.
Desde aquel enclave se organizaron miles de actos de terrorismo y subversión y se cometieron crímenes atroces, allí arribaban las embarcaciones y aterrizaban los aviones secuestrados, se concibieron, se pusieron a punto todas las leyes y las medidas de bloqueo, entre ellas las Torricelli y Helms-Burton, Radio y TV Martí y se impusieron restricciones a los contactos familiares: Desde allí se organizó la invasión de bahía de Cochinos.
De muchas maneras los cubanos se asentaron y prosperaron, no sólo por su calificación y dedicación al trabajo sino porque, a diferencia de otros emigrantes que son discriminados y perseguidos, fueron privilegiados y apoyados con la concesión de la residencia y la ciudadanía, créditos y empréstitos, revalida de títulos y facilidades para cursar estudios.
De entre la élite más reaccionaria, corrupta y políticamente más activa de aquella emigración, formada además de por gente decente, por politiqueros, oportunistas y buscavidas surgieron los cabecillas de una miríada de organizaciones contrarrevolucionarias de entre los cuales escogió la CIA al estado mayor de la contrarrevolución.
En manos de aquella ralea Washington y Langley pusieron cientos de millones de dólares, medios de influencia, incluyendo relaciones con la Casa Blanca y escaños en el Congreso y sobre todo, la formidable red de apoyo a las acciones contra Cuba. Así, aproximadamente se originó la Mafia Cubano Americana y se amasaron inmensas fortunas. Al no poder gobernar a Cuba, aquella manga se conformó con gobernar a Miami y, ante la imposibilidad de anexar la Isla, se anexaron ellos.
Cuando a fines de la década de los sesenta el número de cubanos, que de ninguna manera podían ser asumidos como exiliados se hizo inmanejable, las autoridades decidieron regularizar su status y dictaron la Ley de Ajuste Cubano, que en si misma no era una novedad, sino un intento por realizar un corte y regularizar la situación de las personas que ya estaban en los Estados Unidos.
De lo que tal vez no se percataron los norteamericanos era que la mafia había crecido, consolidado su poder político y aprendido a usar el dinero y la influencia que tan irresponsablemente se le había concedido. La Ley de Ajuste fue convertida en una “patente de corso”, no sólo intemporal sino también extraterritorial, aplicable eternamente a cualquier cubano emigrado y a sus descendientes en cualquier parte del mundo.
Lejos de ser reconocidos los esfuerzos de las autoridades cubanas para tratar de detener la emigración ilegal y negociar con los Estados Unidos y ordenar los procesos migratorios, excluir la violencia y la ilegalidad y facilitar las relaciones familiares, Cuba era criticada y lamentables tragedias utilizadas para la propaganda.
Tanta era la irracionalidad y tan abrumador el cúmulo de problemas que, por insistencia de la parte cubana, en 1994, entre Cuba y los Estados Unidos se suscribió un acuerdo migratorio mediante el cual, entre otros compromisos, Estados Unidos se comprometió a descontinuar la práctica de admisión automática de los cubanos llegados a su territorio. Por ese mismo acuerdo, Estados Unidos se comprometió a enviar a Cuba a todas las personas detenidas en alta mar.
La escena estaba lista. No puedo afirmar que ya los norteamericanos o la mafia cubana lo tuvieran en mente, pero la opción era obvia: México con costas que miran a Cuba y fronteras a Estados Unidos era un puente ideal al que había que tomar por asalto, cosa nada difícil para una mafia con mucho dinero, entrenada para el chantaje y la violencia y con enormes influencias políticas. Así México fue involucrado. Luego les cuento más.

(III)
Antes de que existiera la Mafia Cubano-Americana , una más en los Estados Unidos aunque la única con poder político real; gracias a la tolerancia y el apoyo oficial, había levantado cabeza en Miami una elite que incluyó desde políticos batistianos y elementos de la oposición a Batista, esbirros y asesinos, periodistas liberales y conservadores, curas falangistas, negociantes, buscavidas y revolucionarios arrepentidos que formaron la manga entre grotesca y pintoresca que hoy llaman “el exilio histórico”, fundadora de la más prospera de las industrias locales: el anticastrismo.
En una compleja y diabólica dialéctica, mientras Miami se convertía en una ciudad poblada por cubanos, la élite que la CIA utilizó para dar un rostro criollo a la política norteamericana contra Cuba, adquirió una autonomía que usó para apropiarse del dinero, de la infraestructura montada por la estación JM / WAVE, adquirir poder económico e influencias políticas y asumir el gobierno de la ciudad para convertirla en una Cuba sustituta. Algo lograron. Miami es la más norteamericana de las ciudades cubanas y la menos norteamericana de las urbes estadounidenses. Cierta vez alguien me propuso: “Negocien. Propongan que le devuelvan Guantánamo y ustedes devuelven Miami”.
Desde los años sesenta, la elite, que todavía no era Mafia, sino instrumento, actuó como gobierno para los que vivían allí y como primer violín, encargado de dar la nota para los recién llegados. No había manera de triunfar, ni siquiera de vivir en Miami sin ser anticastrista. La opción para los recién llegados era muy simple: sin el menor escrúpulo, todos se convertían a la doctrina oficial del ghetto.
En los años ochenta, con demasiados fracasos acumulados, cuando ya había ocurrido el éxodo del Mariel que, para Estados Unidos hizo evidente la peligrosidad de aventuras que implicaban a grandes masas humanas, con la llegada de Ronald Reagan al poder, en la política anticubana de Estados Unidos se introdujeron ciertos matices. De algún modo la Casa Blanca desplazó a la CIA y recuperó el poder. Por supuesto, no se trataba de que Reagan tuviera un talento especial sino de una reorientación del modo de gestionar la política anticubana.
En 1981 fue creada la Fundación Nacional Cubano Americana, estructura diseñada para dar coherencia orgánica a la actividad contra Cuba por medio de un aparato político que sirviera de eslabón entre la Administración, el Congreso y la comunidad para, entre otras cosas, pasar la página del enfoque primitivo en el que el bandidismo y el terrorismo se ejercían abierta e impúdicamente. De la mano de Reagan debutó la Mafia Cubanoamericana y su Padrino, Jorge Mas Canosa que, ejerció esa función hasta el fin de sus días en 1997.
Uno de los cambios más sustantivos introducidos con la fabricación del liderazgo de la FNCA fueron las modalidades de financiamiento. Desde entonces no fue imprescindible financiar la cúpula de la contrarrevolución extrayendo dinero directamente del bolsillo de los contribuyentes pues, tratándose de un club de millonarios, herederos de los despojos de la JM/WAVE, ellos podían asumir ciertos gastos y bastaba reforzar sus fortunas mediante jugosos contratos otorgados a sus empresas por la ciudad, el municipio, el condado e incluso el gobierno federal.
Mientras la FNCA, asumía su fachada de “club patriótico” y mecenas de la contrarrevolución dedicándose al trafico de influencias, otorgar dadivas, financiar campañas políticas y especular con el futuro de Cuba y, en la sombra organizaba conspiraciones políticas, actos de terrorismo, sabotajes y atentados y accedía a la Casa Blanca , por otras latitudes avanzaban los procesos que erosionaban al socialismo eurosoviético y que provocaron la debacle.
A partir de ese momento la administración y la contrarrevolución decidieron que Cuba no resistiría y apostaron al efecto dominó: Perdieron la apuesta y el tiempo. Se prepararon para un cambio y ocurrió otro. Los herederos de Mas Canosa no eran tan competentes y la Revolución no les hizo el favor de derrumbarse. El regreso al anticastrismo original era imposible, hubo que cambiar el modo de operar. .
Desencantados y envejecidos algunos mecenas se remitieron, los flujos de dinero
comenzaron a ser administrados directamente por la Casa Blanca que aconsejada, entre otros por Václav Havel y Lech Walesa, prestaron más atención a la disidencia interna. La masa plebeya que medraba en los márgenes de la industria anticastrista perdió medios de vida. Había que buscar dinero.
El acuerdo migratorio de 1994 que provocó el pánico, aportó una opción remedial el tráfico humano. Como quiera que los cubanos, por distintas razones, sobre todo económicas, al amparo de los excepcionales privilegios de la Ley de Ajuste Cubano seguirían emigrando, tendrían que hacerlo sin exponerse a ser interceptados por los guardacostas norteamericanos, que patrullaban los accesos a la península de la Florida pero no a la de Yucatán.
La escena quedó lista. México era la próxima víctima. El resto era puro trámite, una coordinación entre narcotraficantes, mafiosos cubanoamericanos, estadounidenses, mexicanos y centroamericanos, terroristas en activo y jubilados, policías corruptos, polleros y zetas que usando el entrenamiento, las facilidades y la infraestructura para la contrarrevolución, por las rutas marítimas y terrestres de la droga, organizaron eficientes redes de trafico de personas. Sólo faltaba seguir la ruta de la corrupción y el dinero.
Es espacio se acaba y queda tela por donde cortar. Mañana les cuento



EMIGRACIÓN, MEXICO Y LA MAFIA
(IV)
Jorge Gómez Barata
En términos estrictamente racionales, la leyenda negra de que los cubanos no pueden salir de su país es insostenible: ¿de dónde son los millones de cubanos que viven en el extranjero? Obviamente, todos partieron de Cuba, no menos del 80 por ciento legalmente. No obstante, con razón o sin ella, existen excepciones, prohibiciones y burocratismo. Lo demás es propaganda.
Desde 1962 durante la Crisis de los Misiles se suspendieron los vuelos comerciarles entre Cuba y Estados Unidos y en 1967, momento en que los norteamericanos cancelaron un puente aéreo charter entre Varadero y Miami, se creó un obstáculo difícil de franquear para la emigración legal desde Cuba.
Quienes obtenían visa de Washington, debían procurar también la de un tercer país. En ese caso, se creaba un absurdo jurídico pues ningún cubano que estuviera en México o España podía argumentar que era perseguido por las autoridades cubanas y, en tales condiciones no calificaba para el programa de refugiados y menos para el exilio.
Los problemas familiares y sociales asociados con la decisión de emigrar, la inevitable confrontación con las autoridades cubanas, así como las dificultades para obtener visas para terceros países y el encarecimiento del procedimiento, prácticamente descartaron la vía legal y dejaron casi como única opción la ilegal, que era además la preferida por Washington, la CIA y la elite cubana de Miami. En el reparto de roles, el gobierno cubano que se desgastaba e invertía cuantiosos recursos para tratar de impedir las salidas ilegales llevaba la peor parte, mientras Estados Unidos aparecía como “el bueno de la película”.
Ante el incremento de las salidas ilegales y la falta de cooperación de los norteamericanos, en 1965 Cuba abrió el puerto de Camarioca y permitió que embarcaciones procedentes de Miami accedieran libremente para recoger a los emigrantes. Como quiera que aquel modo de operar escapaba a su control, Estados Unidos accedió al establecimiento de una ruta aérea Varadero-Miami por donde durante varios años las personas emigraron legalmente. La solución tampoco agradó a Norteamérica, que prefería el modo salvaje que respondía mejor a sus objetivos propagandísticos y unilateralmente canceló la ruta.
Al fenómeno habría que añadir que además de las personas que emigraban ilegalmente por razones personales y para acogerse a las ventajas de la Ley de Ajuste cubano, esa vía era también utilizada por elementos mucho más peligrosos: secuestradores de aviones o embarcaciones, terroristas, convictos evadidos de las cárceles, delincuentes comunes, incluso algunos estafadores y hasta donjuanes perseguidos por maridos cornudos. El estrecho de la Florida se volvió un Jordán donde se lavaban todas las culpas y se rehacían todas las reputaciones.
Cuando la situación rozó lo insoportable, Cuba repitió la medicina y, en 1980 abrió el puerto de Mariel para que los cubanos asentados en La Florida, vinieran por sus familiares. Estados Unidos fue desbordado y, entre una y otra bravuconada, en 1984 después de difíciles negociaciones, suscribió con Cuba un acuerdo para la Normalización de las Relaciones Migratorias. El compromiso fue de corta vida, en 1985 salió al aire la Radio Martí y Cuba suspendió la ejecución del acuerdo.
Con el inicio de la debacle socialista, los acentos ultrarreacionarios de Ronald Reagan y la enorme influencia alcanzada por la Mafia Cubanoamericana , la emigración ilegal se incrementó hasta límites insostenibles. Cuba no pudo más y en 1994 despenalizó el hecho de emigrar a Estados Unidos de forma irregular y atenuó el patrullaje marítimo. Se inició la “Crisis de los Balseros” que Washington no pudo manejar y, en espera de que Cuba se derrumbara, accedieron a negociar, llegándose a los acuerdos migratorios de 1995.
Aquellos acuerdos estipularon el cese de la práctica de admisión automática de los cubanos que llegaran a territorio norteamericano de forma irregular y la obligación de la parte norteamericana de patrullar el estrecho de La Florida y devolver a Cuba los emigrantes ilegales capturados por sus guardacostas. En ese contexto entraron en acción los traficantes de personas, que aunque siempre existieron, no operaron masivamente hasta ese momento, escogiendo a México como puente.
Desde entonces el modo de operar es múltiple. Lo primero es hacer llegar a los cubanos México que puede ser legalmente o ilegalmente, por mar o tierra desde Cuba o desde algún lugar de Centroamérica. Una vez en territorio mexicano la tarea es introducirlos en Estados Unidos, cosa que puede realizarse por alguno de los 20 pasos fronterizos terrestres o por Mar, depositándolos en algún punto de la costa norteamericana con los pies impecablemente secos.
Una perla de ese procedimiento fue revelada por los competentes y valientes reporteros de ¡ Por Esto ! que denunciaron el modo en que el connotado terrorista Luis Posada Carriles se desplazó desde Centroamérica, entró ilegalmente en México donde fue recogido por el yate Santrina que, por mar lo introdujo en los Estados Unidos.
En todos los casos en la operación intervienen varios factores: emigrantes con dinero suficiente para pagar los honorarios desde la salida de Cuba hasta el ingreso en los Estados Unidos, organizaciones dedicadas al tráfico de personas que cuentan con la infraestructura necesaria y no pocas veces autoridades y elementos corruptos que, a ambos lados de la frontera, se implican o miran para otro lado.
Las organizaciones dedicadas al tráfico humano, usan los mismos contactos, las rutas, las embarcaciones y la infraestructura para alojar, ocultar y transportar a los emigrantes que utilizan para gestionar el trafico ilegal de drogas, tarea para que en la que, de modo voluntario o bajo presión, son involucrados los emigrantes.
En cualquier caso se trata de un negocio criminal, inhumano, de alta peligrosidad y de un poder corruptor enorme que se ha impuesto a México que, dicho sea de paso, tiene la situación migratoria más peculiar y compleja del mundo. Mañana concluiré con: TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A MEXICO.


EMIGRACIÓN Y MAFIA (V)
TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A MEXICO
Jorge Gómez Barata
México es como un puente o un cristal útil desde ambos lados y desde ambas orillas. El único país latinoamericano, hispano y pobre con fronteras con Estados Unidos y accesos terrestres, aéreos, fluviales y marítimos con todos los países iberoamericanos y caribeños; sus costas son bañadas por los dos más grandes océanos, además por el golfo de México y el Mar Caribe; por tierra se puede llegar desde la Patagonia y los confines antárticos, cruzando la frontera, se arriba al umbral del Ártico. En el Nuevo Mundo, en términos geográficos, culturales y humanos, todos los caminos conducen a México.
México es el más abierto y acogedor de los países latinoamericanos, institucionalmente el más estable y el que con más generosidad cobija a emigrantes y exiliados. Allí han encontrado refugio los luchadores y revolucionarios perseguidos por todas las dictaduras latinoamericanas, los comunistas y los judíos que huyeron del fascismo y los que lo hicieron del stalinismo, las victimas de Franco y los luchadores antifranquistas; Fidel Castro y quienes se le opusieron. Cuando de asilo se trata, los mexicanos no distinguen las ideologías sino la condición: a los que creen más débiles les abren la muralla.
Las circunstancias y las tradiciones que hacen de México un país magnifico e irrepetible y en muchos sentido un paradigma de fraternidad, más de una vez han funcionado como una ruta de doble vía y, en ocasiones como un bumerang. Así ocurre ahora cuando la Mafia Cubanoamericana lo ha convertido en una especie de polígono para sus fechorías y aprovechando la infausta coyuntura que significó el gobierno de Vicente Fox y la debilidad de la administración actual, lo utiliza como plataforma.
Por lo enorme de su territorio y lo complicado de su geografía, la amplitud de sus fronteras, por su cosmopilitanismo y por los desgobiernos que no le han permitido salir de la pobreza y resolver las deformaciones estructurales legadas por el colonialismo y acentuadas por la mutilación territorial a que lo sometió Estados Unidos, en México han prosperado la corrupción y levantado cabeza algunas de las más poderosas inescrupulosas mafias del hemisferio que, dependientes también, miran hacía el lado norteamericano donde encontraron su alter ego: la Mafia Cubanoamericana.
México no se ha dejado llevar por fatalismo geográfico alguno y ha aprendido a sacar provecho de su privilegiada posición geográfica, cuyas complejidades puede manejar. Lo que desborda su capacidad es que estas circunstancias geográficas y culturales se conviertan en infraestructura de las mafias asociadas al crimen organizado, traficantes de drogas y de personas, contrabandistas de mercancías y de seres humanos que, al operar desde y hacía Estados Unidos, adquieren un poder inusitado.
Como un puente de los milagros, México une al mundo pobre de Iberoamerica y el Caribe con el país más rico de la tierra, el más grande mercado laboral del mundo, la Nación que ofrece mejores oportunidades, a la vez, la única capaz de absorber toda la droga que los cosecheros y narcotraficantes sean capaces de suministrarle y donde la violencia es regla.
En conjunto, tales circunstancias han hecho de México una base de la Mafia Cubanoamericana, que en connivencia con organizaciones criminales locales, sintonizadas además con la política anticubana de Estados Unidos, ha creado una entente que operando en la costa del Golfo provocan una situación virtualmente insoportable.
La Mafia Cubanoamericana, no se conformó con asociarse con las pandillas locales ni con dedicarse a actividades especificas, sino que, participa en una amplia gama de negocios ilegales: trafico de drogas, comercio humano, contrabando, soborno y naturalmente incursiona también en la política. Imbuida por su condición de norteamericana, no se conforma con ser accionista u operadora, sino que aspira al poder, lo que la coloca en ruta de colisión con entidades locales que se rehúsan a ser desplazadas.
El violento y sanguinario enfrentamiento entre las mafias y de ellas con las autoridades, las instituciones de emigración, aduana y gobernación, el contubernio con los elementos corruptos enquistados en la administración, se dirime a tiro limpio, mediante secuestros y ejecuciones diarias. El conflicto amenaza a las actividades pacificas, estorba el funcionamiento de la sociedad, obstaculiza la actividad de la prensa, perturba la tranquilidad de los ciudadanos y hace peligrar sus vidas. Con la mafia no hay otra opción que frenarla.
Día a día, con minuciosidad, escrupuloso apego a la verdad y valor a toda prueba, los diarios ¡Por Esto! actualizan la crónica del desastre a que la mafia Cubanoamericana dedicada al tráfico de droga y de cubanos, a la actividad contra Cuba y cuanto negocio ilícito le proporcione dinero y poder, pretende conducir a importantes regiones de México.
Para México frenar a la Mafia Cubanoamericana ahora es de vida o muerte. De permitir que tome fuerza, arraigue, corrompa e imponga su estilo de actuar, llegará el día en que, tal como ocurrió en Estados Unidos, además del dinero y la influencia, quiera también el poder político. Con un Miami basta.
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SÍNTESIS INFORMATIVA SEMANAL
- AÑO 12 - No. 646
Sábado 28 de Junio de 2008
Producción: Jorge Díaz
Coordinación: Carlos Casares y Yessie Macchi
COMCOSUR / COMUNICACIÓN PARTICIPATIVA DESDE EL CONO SUR

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