martes, 16 de septiembre de 2008

Se estrena Saramago como bloguero




Una carta de amor a Lisboa, el primer texto publicado en el sitio por el Nobel portugués.

Notimex / La Jornada On Line
Publicado: 15/09/2008 12:32

Madrid. El escritor, periodista y dramaturgo portugués José Saramago inauguró El cuaderno de Saramago, un espacio en el que a través del blog de su fundación dará a conocer acontecimientos y expresará puntos de vista.

El Premio Nobel de Literatura 1998 se suma a los millones de blogueros en todo el mundo que utilizan la red como una forma de expresión y lo hará a través de la pagina de su fundación www.josesaramago.org.

El literato explica en "Palabras para una ciudad" que "removiendo unos cuantos papeles que ya tenían perdida la frescura de la novedad, encontré un artículo sobre Lisboa escrito hace unos cuantos años, y, no me avergüenza confesarlo, me emocioné".

"Quizá porque no se trate realmente de un artículo, es más bien una carta de amor, de amor a Lisboa. Decidí compartirla con mis lectores y amigos haciéndola pública otra vez, ahora en la página infinita de Internet y con esta carta inaugurar mi espacio personal en este blog", expresa.

La carta dice "tiempos hubo en que Lisboa no tenía ese nombre. La llamaban Olisipo cuando llegaron los romanos, Olissiboná cuando la tomaron los moros, aunque acabó siendo Aschbonna, tal vez porque no supieran pronunciar la bárbara palabra".

Agrega que "cuando, en 1147, después de un cerco de tres meses, los moros fueron vencidos, el nombre de la ciudad no cambió de una hora para otra: si aquél que iba a ser nuestro primer rey le mandó una carta a la familia anunciando la gesta, escribiría con toda probabilidad en el encabezamiento Aschbouna, 24 de octubre, o
Olissibona, pero nunca Lisboa".

Saramago cuenta que cuando Lisboa comenzó a ser Lisboa de hecho y de derecho, por lo menos tuvieron que pasar algunos años antes de que naciera el nuevo nombre, así como para que los conquistadores gallegos comenzaran a ser portugueses.

"Estas minucias históricas interesan poco, podría decirse, aunque a mí me interesaría mucho, no sólo saber, sino ver, en el exacto sentido de la palabra, como ha venido cambiando Lisboa desde aquellos días", escribe.

Si entonces existiera el cine, si los viejos cronistas fueran operadores de cámara, si las mil y una transformaciones por las que pasó Lisboa a lo largo de los siglos hubieran sido registradas, podríamos ver a esa Lisboa de ocho siglos crecer y moverse como un ser vivo, como esas flores que nos muestra la televisión, abriéndose en pocos segundos desde el capullo todavía cerrado hasta el esplendor final de las formas y los colores, asegura, "creo que amaría a esa Lisboa por encima de todas las cosas".

Refiere que "físicamente habitamos un espacio, pero, sentimentalmente, somos habitados por una memoria. Memoria de un espacio y de un tiempo, memoria en cuyo interior vivimos, como una isla entre dos mares: a uno le llamamos pasado, a otro le llamamos futuro".

"Podemos navegar en el mar del pasado próximo gracias a la memoria personal que retuvo el recuerdo de sus rutas, pero para navegar en el mar del pasado remoto tendremos que usar las memorias acumuladas en el tiempo, las memorias de un espacio continuamente en transformación, tan huidizo como el propio tiempo. Esa película de Lisboa, comprimiendo el tiempo y expandiendo el espacio, sería la memoria perfecta de la ciudad", comenta.

Saramago escribe que "lo que sabemos de los lugares es lo que compartimos con ellos durante un cierto tiempo en el espacio que son. El lugar está ahí, la persona aparece, luego la persona se va, el lugar continúa, el lugar hace a la persona, la persona transforma el lugar"

"Cuando tuve que recrear el espacio y el tiempo de la Lisboa donde Ricardo Reis vivió su último año, sabía de antemano que no iban a ser coincidentes las dos nociones de tiempo y de lugar: la del adolescente tímido que fui, encerrado en mi condición social, y la del poeta lúcido y genial que frecuentaba las más altas regiones del
espíritu", afirma.

Luego continúa escribiendo sobre la ciudad "mi Lisboa fue siempre la de los barrios pobres, y cuando, mucho más tarde, las circunstancias me llevaron a otros ambientes, la memoria que preferí guardar fue la de la Lisboa de mis primeros años, la Lisboa de gente de poco tener y mucho sentir, todavía rural en sus costumbres y en la
comprensión del mundo".

"Tal vez no es posible hablar de una ciudad sin citar unas cuantas fechas notables de su existencia histórica. Aquí, refiriéndonos a Lisboa, se mencionó una sola, la de su comienzo portugués: no será particularmente grave el pecado de glorificación. Lo sería, sí, ceder a esa especie de exaltación patriótica que, a falta de enemigos reales sobre los que hacer caer su supuesto poder, procura los estímulos fáciles de la evocación retórica", escribe.

"Las retóricas conmemorativas, no siendo forzosamente un mal, conllevan un sentimiento de autocomplacencia que induce a confundir las palabras con los actos, cuando no las coloca en el lugar que solo a éstos les compete", añade.

En aquél día de octubre, el entonces recién iniciado Portugal dio un gran paso hacia adelante, y tan firme fue que Lisboa no volvió a ser perdida. Pero no nos permitamos la napoleónica vanidad de exclamar: "desde lo alto de aquel castillo 800 años nos contemplan" y aplaudirnos luego unos a otros por haber durado tanto, rememora.

"Pensemos mejor que de la sangre derramada en un lado y otro está hecha la sangre que llevamos en las venas, nosotros, los herederos de esta ciudad, hijos de cristianos y de moros, de negros y de judíos, de hindúes y de amarillos, en fin, de todas las razas y credos que se dicen buenos, de todos los credos y razas que llamamos malos", opina.

Agrega que "dejemos en la irónica paz de los túmulos esas mentes desorientadas que, en un pasado no distante, inventaron para los portugueses un "Día de la raza" y reivindiquemos el magnífico mestizaje, no sólo de sangres, también y sobretodo de culturas, que fundó Portugal y hasta ahora le ha hecho durar Lisboa se ha
transformado en los últimos años, ha sido capaz de despertar en la conciencia de sus ciudadanos fuerzas renovadas para salir del marasmo en que había caído".

En nombre de la modernización, escribe, se levantaron muros de hormigón sobre piedras antiguas, se transformaron los perfiles de las colinas, se alteraron los panoramas, se modificaron los ángulos de visión. Pero el espíritu de Lisboa sobrevive, es el espíritu que hace eternas las ciudades. Arrebatado por aquel loco amor y aquel divino entusiasmo que habita en los poetas, Camoens escribió un día, hablando de Lisboa, "_ciudad que fácilmente de las otras es princesa".

"Perdonémosle la exageración. Basta que Lisboa sea simplemente lo que debe ser: culta, moderna, limpia, organizada -sin perder su alma. Y si todas estas bondades acaban haciendo de ella una reina, pues que lo sea. En la república que somos serán bienvenidas reinas así", finalizó.

http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2008/09/15/se-estrena-saramago-somo-bloguero-publica-un-articulo-sobre-lisboa

EDUARDO GALEANO




Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
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> No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
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> Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.
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> ¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto.
> > Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
> ¡Guardo los vasos desechables!
> ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
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> ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
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> Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
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> ¡Nos están fastidiando! ¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
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> ¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
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> ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
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> Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de.......... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon.

> La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
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> De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor.
> Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo' pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'.
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> Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo)
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> Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
> Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar(porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.
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> ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
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> En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
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> Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
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> ¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!
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> Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus.

> Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón.
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> Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
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> Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.
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> Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
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> Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
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> ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
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> Las cosas no eran desechables. Eran guardables.
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> ¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver!!. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!
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> Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'este es un 4 de bastos'.

> Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa (broches) y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

> Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.

> Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.

> Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se tansformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

> Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos.

> Ah¡ No lo voy a hacer!
> Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.
> Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
> Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer.
> No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
> No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

> Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.
>
> De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
>
>
> Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.
>
>
> Hasta aquí.
>
>
> Eduardo Galeano

http://www.patriagrande.net/uruguay/eduardo.galeano/

Ignorancia: depredador de la naturaleza

CADENA EN FAVOR DEL AMBIENTE
El desconocimiento sobre la importancia de ciertas especies, el miedo irracional hacia ellas por su apariencia,
o la creencia de que existen criaturas fantásticas como el chupacabras… son ejemplos claros de que la ignorancia es el más grande y peligroso depredador de la naturaleza.

“Cuando estuvo de moda el chupacabras se dijo que vivía en las cuevas; como consecuencia hubo una gran matanza de colonias de murciélagos en todo el país. Y los murciélagos –para que se den una idea– son los que fecundan el agave de donde se obtiene el tequila.

“Nadie ha estudiado formalmente la relación entre la reducción de las poblaciones de murciélagos y la crisis de la producción de agave de finales de los noventas, pero existen indicios para decir que la producción económica de un artículo comercial y emblemático del país como el tequila pudo ser afectado por el mito del chupacabras, debido a la reducción de las colonias de murciélagos, lo cual pudo perjudicar la polinización del agave. Por esto es importante fomentar la educación ambiental”.

El doctor Sergio Ticul Álvarez tiene en mente dos proyectos: la creación de un centro de educación ambiental para niños, El Museo Interactivo de Historia Natural, similar al Museo del Papalote, en el cual los pequeños puedan comprender la importancia de la biosfera, su manejo y aprovechamiento; también desea establecer un bioterio, en donde se tenga una reserva de especies consideradas en peligro de extinción para estudiar su biología y ecología y, en caso de la extinción de alguna de ellas, reincorporarla a su hábitat.

MEDIO AMBIENTE. EL EJEMPLO DE COSTA RICA

CADENA EN FAVOR DEL AMBIENTE
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El doctor Sergio Ticul Álvarez, quien recientemente recibió el Premio al Mérito Ecológico 2008, afirma que en México la academia y distintas organizaciones no gubernamentales han asumido los extremos de una cadena a favor de la conservación del medio ambiente; sin embargo, el eslabón intermedio es prácticamente inexistente e impide consolidar esfuerzos de largo plazo.

“Desde la investigación, principalmente, se tipifican las causas de la desaparición de una especie: qué está pasando y por qué; la segunda parte consiste en la aplicación del conocimiento que se generó y, la tercera, en el trabajo in situ y ex situ para preservar a la especie. El problema es que desafortunadamente no existe un vínculo entre estas tres unidades y, sobre todo, la del centro está vacía. Ahí es donde, en un futuro, podemos tener grandes problemas”.

De acuerdo con el investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), hay países en los cuales se han dado verdaderos casos de éxito en términos de conservación como Costa Rica, nación que apostó por el cuidado de sus recursos naturales.

“Hay lugares donde esta cadena no está rota y ha dado magníficos resultados. Un caso que llama la atención es el de Costa Rica, que prácticamente tenía 15% de su foresta conservada y el resto de su territorio alterado en algún grado. Pero le apostaron al turismo ecológico, a vender el paisaje, a los tours en la naturaleza; y después de varios años, la foresta se incrementó a cerca de 80%: Ahí sí hubo visión de largo plazo.

“En el caso que nos compete: la península de Baja California no tiene demasiada agua, entonces no se puede desarrollar una amplia agricultura o ganadería. Pero tenemos una belleza escénica muy grande; de hecho, mucho del turismo que nos visita va por ésta; también por la pesca deportiva y los campos de golf de Los Cabos, pero sobre todo por la belleza escénica, por las ballenas... es importante y primordial que se conserve el ambiente si el estado y la federación quieren seguir explotando el sector turismo”.
http://www.conacyt.mx/comunicacion/revista/