miércoles, 12 de noviembre de 2008

Astillero




■ La resurrección de Salinas

■ Cogobierno a través de Diego

■ La República, un bufete divino





El sacrificio de San Camilo produjo el milagro de la resurrección explícita de Salinas por la vía del Jefe Diego, que al mismo tiempo es FerGoMón: tres personas distintas y un solo despacho jurídico-político verdadero: la República del Tráfico de Influencias y el Conflicto de Intereses está de fiesta porque ha llegado al máximo cargo público terreno (la presidencia formal sigue atorada en un viaje etéreo relacionado con asuntos luctuosos y desahogos sentimentales) un promotor y lector de letras chiquitas en los contratos de máximo interés pecuniario para los clientes de lujo (y ni siquiera sólo o necesariamente las cláusulas petroleras sembradas), que al mismo tiempo es, según eso, un duro ejecutor de las letras grandes de las leyes pensadas para imponer a los descarriados mexicanos el orden convencional y conveniente para que los negocios de altura sigan fluyendo y no sufran súbitas y bruscas pérdidas de control.

El avionazo ha hecho que Felipe el Breve no llegue a los dos años de ejercicio con entereza política. Desde ayer su administración está acotada por la banda del Jefe Diego que, así como en el zedillismo impuso a Antonio Lozano Gracia como su gestor de negocios en la procuraduría federal de justicia, ahora instala a otro de sus congéneres litigantes, aunque a un nivel mayor: la Secretaría de Gobernación. El panista michoacano que mantendría un sexenio más a su partido en el poder acabó ayer convidando al priísmo salinista a cogobernar, en una fórmula dispareja que pavimentará el camino para que en las elecciones intermedias de 2009 el PAN y el PRI se repartan cuotas acordadas (para garantizarle “gobernabilidad” al desfondado señor de Los Pinos) y luego se abra el cielo blanquiazul para el retorno del tricolor a la Presidencia de la República. El doliente Calderón no pudo ni siquiera sostener durante 24 horas el encendido y desmesurado homenaje que en domingo había hecho a una “nueva generación de políticos” cuyas increíbles y casi extraterrestres virtudes habrían sido encarnadas por el nuevo héroe hispanomexicano, Juan Camilo Mouriño, de continuidad y trascendencia tan cantadas (¡oh, no: ¿las alabanzas desbordadas también podrían entenderse como una expiación de culpas, como una exaltación oratoria que en realidad fuera una forma de descargo o de conjurar fantasmas aceptados o planeados?!), pero que al paso de unas cuantas horas cayeron en picada, a cientos de kilómetros por hora, sin caja negra disponible, ante la exhumación de los dinosaurios del Salinas Park para que se encarguen de la gobernación que los chicuelos Nava y Martínez (por citar a dos escolapios) nomás no habrían podido proveer.

Fergomón Urueta (que por fortuna no puede albergar ensoñaciones presidenciales, pues su perfil no da para eso) llega a Bucareli para consolidar el estado de derecho y el imperio de la ley, entendidos estos entes de plastilina como materia de discurso y pose que sirven para acomodar la realidad y sus conflictos al interés de los poderosos, que por serlo han copado los espacios de la administración y la procuración de supuesta justicia (ministros, magistrados, jueces, procuradurías, ministerios públicos y policías varias), y que en función de esos arreglos y designaciones pueden seguir torciendo las resoluciones, sentencias y hechos jurídicos a conveniencia de quienes los nombraron o promovieron, que a su vez...

El egresado de la Escuela Libre de Derecho (Fernando Francisco, no Felipe del Sagrado Corazón de Jesús, que también lo es) pondrá su sapiencia jurídica al servicio de los grandes clientes y pontificará ante los medios para explicar las razones de la represión que se dirigirá a las masas inconformes y a los líderes y movimientos opositores. Basta ver la cartera de usuarios de los servicios doctorales de Gómez Mont (quien años atrás trabajó con Luis Téllez, el incansable predicador de la tesis del accidente solitario) para entender hacia dónde se dirigirán sus ánimos de funcionario público. De entre los clientes satisfechos destacan los hermanos Salinas de Gortari, pero no son los únicos, pues el rico catálogo incluye a acusados de defraudar al fisco, de usar la política para enriquecerse, de desviar recursos de Pemex a campañas priístas y de aprovechar el poder para beneficio personal (ayer, en su primera conferencia de prensa en Bucareli, el abogado de elites no aprovechó la oportunidad para desmarcarse explícitamente de apellidos como los Salinas: “algunas (defensas) que usted señala, no tuve yo el deber de representarlas, otras sí”, respondió a pregunta de un periodista, y respecto a la izquierda, ya que él dio opiniones jurídicas en favor del desafuero de AMLO, dijo que extiende la mano a esa corriente política, pero que su divisa es una variante del echeverrismo, pues sólo quiere responder “de aquí, ahora, y hacia delante”). Los bufetes divinos mezclan pericia jurídica con influencia política para conseguir resultados favorables a quienes los contratan. La Iglesia en manos del Jefe Diego (y uno de sus aliados).

Astillas:

El tema del jet caído va entrando a zona de neblina. Calderón mismo dijo ayer que su gobierno no tiene interés en ocultar información sobre el caso, así es que la lectura a la inversa hace suponer que nada se sabrá oficialmente hasta dentro de 11 meses (o años), cuando acaso ya haya otros escándalos mayúsculos que quiten reflectores e interés al punto... Esta columna sólo acusará recibo de los correos electrónicos en que lectores suspicaces hacen comentarios, suministran pasajes de literatura y tratan de inducir (sin que vayan a tener éxito) a este tecleador modoso a que hurgue o arriesgue opiniones sobre los íntimos motivos reales que habrían provocado la pérdida de control público de sentimientos de algunos políticos... Y, mientras continúa la guerra en San Lázaro por la distribución de dineros públicos en 2009, ¡hasta mañana, en esta columna que escucha a Medina Mora decir en picada que “hemos subestimado la capacidad del narcotráfico”!


Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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